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Reconcíliate con el mundo

Cristina Fernández Luque • ene 05, 2021

10 ideas para darle otra oportunidad

Martin Luther King dijo una vez: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”.

No se me ocurre una frase que refleje mejor que esta la esperanza del ser humano en que un mundo mejor es posible. Y lo mejor de todo es que hace referencia a una esperanza activa: “plantaría un árbol”… no me sentaría a esperar a que crezca solo o a que otros lo planten.

Antes de seguir leyendo, me gustaría que reflexionaras sobre lo siguiente: si Martin Luther King, un hombre afroamericano que vivió en Estados Unidos cuando la brecha racial no permitía votar a las personas de raza negra (hasta 1965) o las obligaba a viajar por separado de las de raza blanca, entre otras muchas barbaridades; fue capaz de albergar tanta esperanza, ¿cómo no vas a poder hacerlo tú?.

La importancia de cultivar la esperanza

En el mundo suceden cada día más cosas buenas que malas, la bondad del ser humano es la regla, no la excepción. Lo que ocurre es que la bondad “cotidiana” no suele ser noticia, no es tan llamativa ni vende de la misma forma que los actos atroces y retorcidos. Por supuesto que hay muchos problemas por resolver en el mundo, algunos de ellos tan terribles e inadmisibles como los que tienen que ver con el pisoteo de los derechos y el desprecio por las vidas de algunos seres humanos. Pero también hay actos de bondad, valor, amor, compasión y respeto. Muchos, muchos, créeme, pero no los verás en las noticias.

La visión que tenemos del mundo y del resto de los seres humanos condiciona en gran medida nuestro bienestar, de modo que la creencia en que un mundo mejor es posible, que el ser humano es esencialmente bueno, que te esperan cosas bonitas, que puedes encontrar soluciones a tus problemas o que vas a tener éxito en tus empeños, contribuye a que seas una persona optimista, más sana psicológicamente, y por tanto, más capaz de ser feliz. Y ésto tiene una firme base psicológica, que se sustenta en uno de los principios más extensamente aceptados por todas las corrientes de la psicología, y es que los seres humanos sentimos como pensamos. Es decir, el solo hecho de pensar de esta forma tiene un correlato sobre las emociones, de manera que los pensamientos positivos generan estados anímicos agradables y protectores del bienestar.

Si a este bien-pensar le sumas la acción, el resultado es aún más potente. Esta sería entonces una esperanza activa en la que además de esperar y creer que las cosas van a ir a mejor, van a salir bien, me pongo en marcha como catalizador para que esto ocurra. El bienestar que esto proporciona, por tanto, es aún mayor, ya que a la creencia positiva se le une la conducta encaminada a facilitar que esa creencia se confirme haciéndose realidad.

Por eso que es tan importante cultivar la esperanza. Cuando la abandonas dejas de trabajar en tu bienestar, en tus ilusiones, sueños y proyectos. Te conviertes en un ser resignado y pasivo, un junco que se mece a merced del viento, y eso está muy bien para los juncos, que no les queda otra, pero tú no eres un junco, ¿verdad?

Decálogo para hacer las paces con el mundo

Las que te presento son sólo algunas ideas que puedes tener en cuenta para reconciliarte con el mundo y con el ser humano, y para cultivar la esperanza. Seguro que si te pones a pensar se te ocurren muchas más, pero mientras que encuentras las tuyas propias, te presto las mías:

  1. Cada día, reserva un ratito de tranquilidad y lee la prensa (te recomiendo que procures leer diarios que sepas que son de distinto signo) y busca al menos una buena noticia, más a poder ser, que tenga que ver con la bondad y los logros del ser humano. Puedes empezar por la sección local, ya que si la encuentras ahí hará que sientas más cercanas esas historias buenas, te identificarás con ellas con más facilidad que si el hecho ha ocurrido a miles de kilómetros de distancia. No obstante, y en caso de que ahí no la encuentres, amplía el rango, al fin y al cabo los seres humanos lo somos independientemente del rincón del planeta donde hayamos ido a caer. Porque sí, el lugar y las condiciones de nacimiento son una lotería, y seguramente a tí te ha tocado, lo que nos lleva a otro punto.
  2. Hazte consciente de todas las cosas buenas que hay en tu vida y agradécelas. No te conozco de nada, pero si estás leyendo esto en un ordenador, tablet o móvil propio ya eres una persona privilegiada. ¿Crees que exagero al decir privilegiada? Tienes acceso a tecnología e internet, lo que me lleva a pensar que, probablemente, tienes un techo bajo el que vivir, ropa con la que vestirte y alimentos que llevarte a la boca. Sólo por tu lugar de nacimiento, ya eres una persona más afortunada que un grandísimo porcentaje de la población mundial.
  3. ¿Qué te parecería empezar por tí? En lugar de andar quejándote de aquellos comportamientos inapropiados o incluso viles que ves en otras personas, ¿por qué no haces un poco de autocrítica?. Hay una sencilla pregunta que puedes hacerte para ello: “¿estoy siendo la mejor persona que puedo ser?“. Te aseguro que si reflexionas con calma y respondes con honestidad, la respuesta siempre será no. Estoy segura de que eres una buena persona (soy una bienpensada, no lo puedo evitar), es posible que incluso una persona maravillosa, pero esto no significa que no haya cosas que puedas hacer aún mejor: conviértete en la clase de persona que te gustaría conocer y tener en tu vida. Y por favor, olvídate de esa frase manida e incierta, que confunde la bondad con otra cosa totalmente distinta: “de bueno es tonto“. No te engañes y que no te engañen, las personas buenas y bienpensadas suelen ser más fuertes y felices que las que siempre están a la defensiva y piensan de forma retorcida sobre las intenciones de las demás. El problema es que interpretan la realidad acorde a esa visión funesta del mundo y el ser humano, de manera que actúan en consecuencia, convirtiéndose ellas mismas en las generadores de situaciones que confirman parcialmente sus creencias o percibiendo e interpretando la realidad de manera sesgada para que, efectivamente, les dé la razón. Esto último es lo que en psicología llamamos sesgo de confirmación, lo que consiste en atender de manera selectiva a aquella parte de la realidad que confirma nuestras creencias. De manera que no, no llevas razón cuando piensas que no se puede confiar en la gente, sino que estás atendiendo sesgadamente la parte de la realidad que te hace permanecer en tu rol pesimista (y puede que victimista).
  4. Enlazando con lo anterior, empieza por dejar de atender selectivamente a aquellos datos que confirman parcial o totalmente tu creencia y abre el campo atencional. Asimismo, ante un comportamiento que valoras como inadecuado o molesto e incluso hiriente, oblígate a buscar una o varias alternativas que lo expliquen y que nada tengan que ver con la posible maldad o las malas intenciones de la otra persona. Un ejemplo sencillo: caminas por la calle y te cruzas con un antiguo compañero del colegio con el que tenías una buena relación y aunque mira hacia donde tú estás, no te saluda. Podrías pensar: “qué desagradable, cómo ha pasado de mí”… o también podrías pensar: “creo que va despistado y no me ha visto”, “igual es miope y no lleva las gafas”, “era bastante tímido, a lo mejor le ha dado corte saludarme después de tanto tiempo”. ¿Ves la enorme diferencia? Como dice una preciosa canción del cantautor Marwan: “un día de estos, tendrás que ir bajando la guardia, las cosas que otros te hicieron, son cosas que ya no te pasan”. Deja de leer el presente con las gafas del pasado, porque las dioptrías no son las mismas y ¡suelta!. Aunque así lo creas, pensar mal de todo el mundo y estar a la defensiva no te protege efectivamente del dolor, y en cambio te desconecta del placer y de la vida.
  5. Valora a las personas por cómo te tratan, no por su ideología o sus creencias sobre determinadas cosas. Piensa que las creencias tienen mucho que ver con la educación recibida y el entorno cultural en el que una persona ha crecido, y en cambio el trato que esa persona te da a tí y al resto de personas de su entorno, habla de algo mucho más profundo, que tiene que ver con sus cualidades como ser humano: bondad, empatía, compasión, consideración… lo verdaderamente importante al fin y al cabo. Si una persona es honesta, considerada, cariñosa, atenta y como dicen los ingleses “easy going” (de trato fácil), ¿qué más te da a qué partido político vota en las elecciones? De corazón te digo que tu vida se empobrece y te pierdes a personas maravillosas si sólo te relacionas con aquellas que piensan como tú.
  6. Intenta flexibilizar la concepción que tienes de lo que está bien y lo que está mal, y trata de no juzgarlo todo y a todo el mundo con intransigencia. El ser humano es complejo, y detrás de cualquier comportamientos hay multitud de factores condicionantes o influyentes. No clasifiques con tanta ligereza a las personas en buenas o malas, es un pensamiento polarizado no acorde con la compleja realidad del psiquismo humano y desde luego nada adaptativo en un mundo que no es en blanco y negro. Hay infinitas tonalidades de grises, y aunque tú no entiendas las razones que hay detrás de un comportamiento que catalogas como inapropiado, las hay. Esto no quiere decir que cualquier “mal” comportamiento esté justificado, ni mucho menos, pero sí que hay muchos que tienen una explicación, aunque para tí no sea válida, y que las buenas personas también cometen errores, y no por ello dejan de serlo. Como escribió William Shakespeare: “…aprenderás que con la misma severidad conque juzgas, también serás juzgado y en algún momento condenado…”.
  7. Deja de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Seamos honest@s, tod@s criticamos alguna vez, tod@s metemos la pata alguna vez, nos equivocamos, hacemos cosas a sabiendas de que no estamos haciendo lo adecuado… en fin, todos somos seres humanos imperfectos. También tú, así que procura no tomarte a la tremenda cuando alguien de tu entorno te lo hace a tí. No dejes que un mal gesto estropee una buena amistad, y piensa que las personas que están en tu vida, lo están por algún motivo, es decir, las has elegido por algo. Suelen ser personas que te aportan, que te quieren, que te cuidan, que te tratan bien, ¿no es así? Por tanto, es muy probable que en sus meteduras de pata no haya malas intenciones ni deseos de dañarte. Cuando así es, merece la pena perdonar y dejar pasar.
  8. Intenta darle una oportunidad a todas las personas. No dejes que tus prejuicios decidan por ti y aparten de tu camino a grandes personas, solo porque su perfil no encaja en lo que te han enseñado que está bien y es apropiado. Sé valiente y déjate sorprender, deja que una persona completamente distinta a tí entre en tu mundo y te rompa los esquemas. Deja que otras personas te enseñen que al final lo que cuenta es cómo tratas a los demás y no cómo vistes, a quién votas, cuánto ganas, a quién rezas o a qué te dedicas. Aprenderás que las buenas personas están por todas partes y las hay de todos los tamaños, colores y modelos.
  9. Contribuye a crear un mundo mejor, conviértete en parte de la solución. Para ello, sin perder la perspectiva global, actúa a nivel micro, local. No te excuses con que no puedes hacer nada, que si el sistema, que si los gobiernos… que sí, que tienes parte de razón porque no hacen todo lo que deberían, pero también es una excusa como otra cualquiera para la inacción. Olvídate de los grandes gestos, de convertirte en una especie de defensor o defensora de los derechos humanos que pase a la posteridad, porque es poco probable que eso ocurra y te mantendrá anclad@ al sofá. Céntrate en las personas que tienes a tu alrededor, en tu propia familia, amistades, vecindario… tu comunidad. ¿Hay algo que puedas hacer para mejorar sus vidas? No todos tenemos que luchar por salvar el medio ambiente a bordo del Rainbow Warrior, ya es una estupenda aportación que no tires cosas al suelo, que recicles, que reduzcas el consumo de plásticos y sustancias que dañen el medio ambiente. Hay multitud de cosas que puedes hacer desde tu posición, no olvides que absolutamente todas las personas podemos aportar algo.
  10. Deséale cosas buenas a las demás personas, y alégrate sinceramente cuando les ocurran. Así de sencillo, ni más ni menos.
Un puñado de “buen rollo”

Si pusiéramos en una balanza las noticias buenas que nos llegan en contraposición con las malas, sin duda alguna éstas últimas la inclinarían a su favor, pero como decía al principio, lo bueno, lo que funciona, vende menos y se da demasiado por hecho.

Sin embargo, algunos medios comienzan a apostar por sacar a la luz también aquellas noticias de carácter positivo, alegre y que fomentan el optimismo entre quienes las leen. Como ejemplo, el diario estadounidense The Washington Post, uno de los de mayor tirada del país, puso hace un tiempo en marcha una sección llamada The Optimist, en la que cada domingo se recogen noticias que tienen que ver con la cara bondadosa del mundo y del ser humano. No pierdes nada por echarle un vistazo.

 
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